La policía española en una redada de cocaína en forma de piña
La producción comenzó de forma iconoclasta, evocando paralelismos entre el mandato del presidente Eisenhower de filmar los campos de concentración nazis, para que no se olvide el horror, y la Galicia de los años ochenta. Por muy insensible que sea la comparación, las víctimas de la epidemia de drogas en España se han dejado de lado con demasiada frecuencia en los relatos triunfalistas sobre la integración europea de España y la transición a la democracia tras la muerte del general Francisco Franco en 1975.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan la opinión de The Theatre Times, su personal o sus colaboradores.
Drogas ilegales: 275 millones de adictos en el mundo
En lugar de entregar la droga en los domicilios de los clientes, se encargaba de entregarla en los supermercados cercanos a donde vivían sus distribuidores. Aunque la circulación estaba muy restringida durante el inicio del confinamiento, siempre se permitía salir a comprar alimentos.
«La rapidez y el modo en que se realizaban las transacciones les hizo sospechar que no era el modus operandi habitual. Las vigilancias e investigaciones posteriores permitieron determinar que se trataba de una organización delictiva dedicada a la distribución de cocaína a través de una «línea directa de coca».»
Los agentes descubrieron un complejo montaje en el que los pedidos telefónicos se retransmitían a una red de 25 distribuidores en ocho zonas diferentes de la capital española. La cocaína se entregaba entonces en los domicilios de los clientes, o en sus lugares de trabajo.
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Doce miembros de un grupo de narcotraficantes de gran eficacia han sido detenidos en una operación policial en la que se han incautado 600 kilos de cocaína, una gran colección de armas, 700.000 euros en efectivo y 20 vehículos, uno de ellos valorado en 250.000 euros.
Las investigaciones comenzaron a principios del año pasado cuando se detectó en Madrid y Marbella un grupo de narcotraficantes dirigido por un narco marroquí de fama internacional. Sus miembros compraban fincas de marihuana por toda España y vendían la droga a clientes de Europa Central y los Países Bajos, y luego utilizaban los beneficios para financiar compras a gran escala de cocaína y hachís, que introducían en el país y trasladaban a pisos francos para su distribución.
Se cree que el grupo era el mayor distribuidor de cocaína en Madrid y que había ideado un método innovador para cambiar la droga. Mientras que los distribuidores suelen venderla por kilos, en este caso, los kilos se dividían en tres paquetes de unos 330 gramos cada uno, que se vendían por unos 10.000 euros cada uno.
La policía española detiene a la mayor banda de cocineros de Madrid
Mis felicitaciones al Gobierno español por organizar este acto y por poner directamente el tema de la cocaína -sus consecuencias sanitarias, sociales y de seguridad- en la agenda de los líderes europeos de la política de drogas. Y gracias por hacerlo sin la cortina de humo de las dos reservas habituales que
la cocaína tiene un sesgo favorable, convirtiéndola en la droga preferida a medida que se abandonan progresivamente los depresivos: la heroína es consumida por personas que se encuentran en los márgenes de la sociedad, merodeando en los parques, cerca de las estaciones de metro o congregándose en torno a mugrientos centros de tratamiento.
La cocaína tiene una imagen diferente. Tiene nombres elegantes: la bella dama, la cándida reina, el seductor azúcar. Es blanca, no oscura; se esnifa, no se inyecta; se consume en las discotecas de moda, no en las cunetas de las ciudades; es el combustible mental de los ganadores de la sociedad, no la droga de los perdedores. Incluso el tipo de cambio ayuda, ya que la fortaleza del euro mantiene bajo el precio en dólares de la droga andina.
Todos sabemos que un número creciente de europeos consume cocaína. En España, más del 3% de la población entre 15 y 64 años toma cocaína al menos una vez al año. Afortunadamente, hay algún signo de mejora. En 2004, el número de jóvenes españoles, de entre 14 y 18 años, que consumían cocaína una vez al mes era de un escandaloso 7,2%; el año pasado se redujo al 4,1%.